Después de los sismos del 2017 y 2018 se realizó un reencuentro entre la habilidad manual, los conocimientos técnicos y científicos en relación a la capacidad y sensibilidad necesarias para la ejecución de las tareas de restauración de las bóvedas, cúpula central y ciprés de la basílica Catedral de Puebla “la más hermosa de América y a la altura de las mejores de Europa” citando a Don Juan de Palafox de Mendoza, noveno obispo de Puebla.

Menuda tarea que enfatiza la responsabilidad de trasmitir por técnicos y profesional de la restauración, la armonía de la obra iniciada desde hace más de 400 años con varias etapas constructivas de los elementos que ahora nos ocupan; fue a mediados de 1797 que Manuel Tolsá, inicia en la Catedral la remodelación neoclásica que continúo ya avanzado el siglo XIX y que le da la imagen que ahora conocemos.

El ciprés con una planta octogonal de 12.50 m por lado, contiene un fuerte simbolismo, que refleja el corazón del edificio mismo, con la imagen de la Purísima Concepción de María y con especial énfasis en el expositorio donde se coloca la custodia para la adoración del Santísimo, a través no solo de su magnífica ornamentación, sino también en sus elementos y espacios, enmarca al altar mayor y declara ser un “pilar” de hermosas proporciones y de innegable dedicación mariana.

Las bóvedas de las naves y sacristía, así como su cúpula central con relieves geométricos conllevan un simbolismo entre lo divino (circulo-símbolo de eternidad, de lo celeste-) y lo humano (cuadrado-símbolo de lo terrestre-) evocando la unión entre “el cielo y la tierra” el dorado de los elementos circulares revisten a las naves con una “constelación de estrellas” enfatizadas por un color azul entre líneas rectas y curvas que forman el conjunto de un total de 1748 casetones.

Un trabajo realizado con especialistas en Restauración de Bien Inmueble, Bien Mueble y mano de obra especializada, dio la oportunidad de formar equipos multidisciplinarios para abordar cada una de las tareas encomendadas para este proyecto, en un tiempo record de 7 meses.

Antes de comenzar el proceso de obra, se ejecutó un análisis de cada elemento arquitectónico  se realizó un levantamiento de deterioros, dirigido a determinar el alcance y causas de los daños. Los trabajos se organizaron con antelación a la intervención, para poder así elegir las técnicas de limpieza y conservación más adecuadas.

El plan de montaje fue una de las actividades con las que se iniciaron los trabajos de obra, se destaca por el grado de complejidad para permitir el acceso a los puntos de intervención, donde se instalaron 415 cuerpos de andamios, los cuales soportaron 980 m2 de plataformas para llegar a una altura máxima de 45 m en la cúpula principal y 25 m en el área de las bóvedas.   

La cúpula principal con un diámetro 14.50 m y 396 casetones tuvo una intervención de sus elementos en distintas fases. Gracias al arduo trabajo de la limpieza de elementos decorativos en oro, retiro de polvo acumulado, aplicación de muestras de color necesarias en ornamentación, injertos de elementos faltantes en esculturas en bulto así como la colocación de cables de acero para sujeción de candelabro principal, se posibilitó devolver la belleza y entonación cromática idónea que integra el conjunto original. 

Un dato destacado de este elemento, corresponde a los relieves en estuco de los arcángeles ubicados en las pechinas, que en el proceso de su limpieza se detectaron grafitis que aportaron datos y fechas sobre la obra, como el encontrado en la suela de la sandalia del arcángel Gabriel que a la letra dice: “Puebla de los Angeles de 1887 los compuso el S. Don Joce. De Jesus Amador. Estando de disipulo de Don Jesus Yucundo Ravelo el que escrivio aquí suplica una salbe por las almas de todos lo que trabajaron en la obra. 9 julio”.

En las 13 bóvedas las cuales tienen una área aproximada por sección de 123.50 m2 , de las cuales 7 se ubican en la nave central, 4 en el área del crucero y 2 más en la sacristía, los trabajos realizados semejantes a los de la cúpula, se iniciaron con el análisis de cada uno de los  procedimientos a emplear y una vez habilitado el andamiaje necesario, se realizó el tratamiento correspondiente.

Cada uno de los trabajos se efectuó con las condiciones de seguridad apropiadas y una vez concluidos los alcances del proyecto se procedió al desmontaje de andamios y limpieza final de la obra.

La solidez y estética recobrada en las cúpulas, bóveda central y ciprés, congela en el tiempo nuevamente el arte, la historia y la cultura, plasmadas en el edificio, ampliando el rango de disfrute del espectador y, en definitiva, acercándonos  un poco más al cielo a través de las manos de quienes han dedicado parte de la vida para que hoy podamos admirar el albor que emanan estos majestuosos espacios.