El convento de Tecali, población ubicada en Puebla, es una muestra de arquitectura conventual que muestra la versatilidad de este tipo de ónix para la construcción.
Tecali proviene de la palabra náhuatl tecalli (de tetl, piedra, y calli, casa), así que podría traducirse como “casa de piedra”, aunque esta definición no corresponde al llamado tecali, ónix o alabastro poblano, roca metamórfica muy usada en construcciones mexicanas del siglo XVI, junto con el tezontle y la chiluca.
Como no hay palabra náhuatl para este tipo de ónix, el vocablo tecali quedó para significar el yacimiento de esta roca en la zona. El tecali se utilizó principalmente en la fabricación de planchas para altares y ventanas, pues cortado en láminas delgadas era un fastuoso sustituto del vidrio por su transparencia. Las tonalidades amarillas que proyectaba dentro de las iglesias creaban una atmósfera especial que, aunadas al brillo de los retablos, envolvían al feligrés en un espacio menos terrenal y más celestial, donde pudiera sentirse partícipe de la grandeza divina. Este efecto fue claramente comprendido por arquitectos y artistas, como Mathías Goeritz al diseñar los vitrales de las catedrales de México y Cuernavaca. Hoy el tecali se emplea más comúnmente para la decoración y accesorios, como el púlpito y las pilas de agua bendita en la parroquia actual o en fuentes, esculturas o adornos que producen los artesanos del lugar.

Como muchos de nuestros pueblos, Tecali presenta un perfil bajo en el que sobresale el edificio de la parroquia y el que fuera un imponente convento franciscano en tiempos coloniales. Hoy se encuentra en ruinas y, aun así, apreciamos su majestuosidad y no podemos dejar de sentir cierto embeleso que envuelve el lugar.
Santiago de Tecali

Uno de estos conjuntos es el de Santiago de Tecali. Los franciscanos empezaron a trabajar allí en 1554 en un edificio anterior, ya que el actual está fechado en 1569, de acuerdo con relieve en piedra con caracteres europeos e indígenas que había en la esquina noreste de la iglesia. La actividad constructiva del conjunto se desarrolló entre 1570 y 1580. Según la Relación geográfica de Tecali, elaborada por el padre Ponce en 1585, el monumento fue concluido el 7 de septiembre de 1579 y contaba con claustro bajo, claustro alto, celdas e iglesia, todo “de muy buen oficio”. Este buen oficio se manifiesta en la construcción y la decoración de todo el conjunto y especialmente en la iglesia: se trata de un templo de tres naves (basilical), característica que lo hace diferente de la mayoría de los de su época., los cuales siguen el modelo de una sola nave. Tiene una imponente fachada que se ha conservado casi intacta; contrasta drásticamente con el convento en ruinas y la arcada de la capilla abierta colocada sobre el suelo, en el costado sur de la iglesia.
La portada transmite un profundo respeto. Presenta un diseño racional, planeado y cuidadoso en sus proporciones; esto indica que el constructor conocía los cánones del dibujo de edificios de los tratados clásicos de Vitrubio o Serlio. Incluso se ha atribuido el diseño a Claudio de Areiniega, arquitecto del virrey don Luis de Velasco, quien trazó el plano de la Catedral de México. El carácter manierista de la portada le confiere una sobria armonía, estructurada con base en elementos simétricos. La entrada de la nave central, formada por un arco de medio punto, tiene una sencilla moldura y una rítmica sucesión de puntas piramidales o de diamante, y veneras o conchas alusivas a la advocación del templo: Santiago apóstol. En el intradós se repite la sucesión de puntas de diamante. La clave central está resaltada por una ménsula y en las enjutas aún queda algo de la pintura con dos ángeles sosteniendo unos lazos que “sujetan” la ménsula. En el contexto de la evangelización, los ángeles en las puertas de acceso a las iglesias son guías e iniciadores de la vida cristiana; se colocaban en la puerta, como símbolo de la predicación o de la Sagrada Escritura, que con su palabra abre la entrada a los nuevos cristianos, para acceder al conocimiento de Dios.
La visita a Tecali es un encuentro con el ayer, una pausa en la agitada vida cotidiana. Nos recuerda que en México hay muchos lugares interesantes; son nuestros y merece la pena conocerlos.
FUENTE: MÉXICO DESCONOCIDO