Una brillante y colorida luz que envuelve a los visitantes, proviene de las vidrieras que dotan al espacio de un particular ambiente que inspira  a la observación, meditación y entendimiento. Cada uno de los vitrales posee figuras y signos particulares llenos de contenido, desde la luz que producen por medio del color de su indumentaria, hasta su pose, atributos y ubicación dentro del templo.

Los vitrales más antiguos solicitados por catálogo al Real Establecimiento de Baviera de F.X Zettler posteriormente llamada Casa Mayer de Alemania datan el año 1900. La empresa Franz Mayer que  cuenta con 170 años de experiencia se le confiere el título de “Casa Real e Instituto de Arte y Pintura sobre Vidrio” y en el año 1892 la empresa recibe el título de “Instituto Pontificio de Arte Cristiano”  por el Papa León XII. La mencionada empresa imprimió en los vitrales de la Catedral su sello: trazado de la pintura y una fuerte colorido, figuras proporcionadas, y equilibradas y dibujos de gran calidad,  características reconocidas dentro del arte del vitral  como el estilo “Múnich” el cual,  se puede apreciar en el trabajo de las vidrieras ubicadas arriba de los retablos de remate de las naves de la epístola –Arcángel Uriel- y del evangelio,-Arcángel Chamuel-  las del transepto – Sn. José y la Virgen de la Concepción-  y fachada- Sagrado Corazón de Jesús, Arcángel San Gabriel y Arcángel San Raphael-  las otras 22 para hacer un total de 29 son de época más reciente atribuidas a diferentes autores.

Desde hace varios años la Basílica Catedral ha sido objeto de un plan de restauración integral, dentro der los proyectos se encuentra la  intervención de sus  vitrales que implicó el mantenimiento de los vidrios y la recuperación de la iluminación multicolor, denotando ejemplos  relevantes  de la fabricación de vidrieras nacionales e importadas del siglo XX y principios del XXI.

Para conocer y observar las vidrieras de la Catedral, no hay mejor opción que recorrer sus espacios y vestirnos de los colores que reflejan sin empacho los cristales policromados aparejados  por artistas,   creando el idioma de luz que proyecta a la Basílica como el monumento Poblano ícono del patrimonio mundial.