A 158 años…
¿Por qué se escoge un sitio para una batalla épica, que quedó grabada en la historia de la humanidad?, se marca un campo de batalla, se acepta por el ejército mexicano y el ejército francés, ese es el sitio de la lucha, así, se determinaban con honorabilidad los lugares de la contienda, los franceses en su espíritu militar y quizás mal aconsejados, ratifican el cerro de los Magueyes donde abundan las ranas en el Acueyametepec, palabra Náhuatlya conocida y venerada por los antepasados, sitio de los indios en gentilidad, tan venerada, que las primeras órdenes que llegaron a la ciudad, como los mercedarios, construyen una ermita al pequeño San Cristobalito, era el espacio para meditar, observar y determinar territorio, ahí se construyeron dos grandes templos, muy conocidos por los ciudadanos poblanos y los pueblos vecinos, la casa santa de Loreto, la custodia de las tormentas, la de los milagros, la que José de la Cruz Sarmiento mando a construir y la otra de Guadalupe, que como basílica fue uno de los sitios más venerados, principalmente en las peregrinaciones del viacrucis, ya que ahí se escenificaba la crucifixión del monte calvario en la antigua Jerusalén, ¡qué lugar!, el ejercito de oriente aceptó este perímetro y ahí lo épico de la batalla, el llamado cerro de Loreto y Guadalupe, la otra forma interpretativa de la lucha de clases, de idiomas, de grupos étnicos, de los dos mundos, ahora analizamos, una batalla que no se debería de haber dado, un capricho de traidores a la patria, un soberano, Napoleón, que tomaba represalias contra algo no verdadero.
Liberales y conservadores no pudieron hallar un punto de equilibrio, batallas se dieron en el transcurso de una guerra de reforma, por ello en el ámbito internacional, las potencias extranjeras aprovechan esta inestable situación, los grupos internos en pugna pedían prestado a estos gobiernos extranjeros, deuda heredada que hace que Juárez, cuando se consolida al poder, continúe con un proyecto de nación, en las leyes de reforma, sus economías eran difíciles para sostener la quiebra de los que aquí vivíamos y para evitar el colapso de una economía nacional, el ministro de hacienda, proclama la suspensión de pagos de la deuda pública por dos años, pero nunca dijeron que era para siempre, solo se determinó en lo que se consolidaba esta nueva etapa en la vida nacional.
Inglaterra, España y Francia en 1861 hacen una alianza tripartita y en Londres deciden no intervenir en los asuntos internos de México, pero si exigir el pago de la deuda, el cual, se llega a un acuerdo en febrero de 1862, Inglaterra y España se retiran, pero, Francia con su orgullo y soberbia, plantea su proyecto de invasión para tomar el territorio mexicano y no para cobrarse sino para invadirlo y crear una monarquía, creyendo que sería una empresa sencilla y no hallarían verdadera resistencia, así, se nombró una expedición militar y el 19 de Abril en Veracruz, Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, lanzó el manifiesto a los mexicanos a confiar en el mandato de Napoleón III, que además garantizaba la independencia y la integridad del territorio, lo que nunca se imaginó fue lo que le esperaba aquel día, en el campo de batalla.
Así fue un lunes épico en la Ciudad de Puebla, un 5 de Mayo de 1862, a las 10 de la mañana desde Amalucan, se avista al enemigo, acompañado por 4 mil 100 hombres y 600 caballos que invaden las laderas de los cerros y las planicies, el general Zaragoza observa desde su cuartel, los remedios, se da el primer disparo y se movilizan los grupos por ejército y por brigadas, los mexicanos con los carabineros, lanceros, las brigadas de Toluca, Querétaro, Morelia, Puebla con los serranos de Xochiapulco, Tetela, Zacapoaxtla y hasta los de Zacatlán y Huauchinango, Oaxaca, Michoacán, Veracruz y San Luis Potosí, ellos con africanos, zuavos y grupos mercenarios sanguinarios que traían de diferentes partes del mundo, observaban y analizaban el lugar, no era un campo plano, era una montaña, ya no podían retractarse y mucho menos esperaban una tormenta, los mexicanos en su espíritu de defensa, defendían a la patria, defendían a sus templos, y defendían lo que era nuestro, utilizaron las grietas del terreno como trincheras, después, los huecos de la tierra como refugios y en la tarde, las laderas para la batalla de hombre a hombre, cuando el ejército francés, se dio cuenta, se hizo el milagro, el terreno se volvió resbaladizo, todos estaban en sus lugares, comunicándose con su propia lengua; los franceses entre lodo, las corrientes de agua y la falta de conocimiento de un terreno casi serrano, caían derrotados y así hasta las 7 de la noche, Zaragoza patentiza su pensar, los franceses se han portado con torpeza en su ataque, las armas nacionales se han cubierto de gloria, el país había sido defendido, los batallones y los generales entre Zaragoza, Diaz, Negrete, Berriozábal, Lamadrid pero también todos los de los ejércitos de la nación, eran la nota en el mundo, habían vencido al ejército de Napoleón.
Por: Dr. Sergio Arturo de la Luz Vergara Berdejo, Cronista de Puebla.