A las 15:40 horas del 15 de junio de 1999, quedó en la memoria de los poblanos, 714 poblaciones, 127 municipios afectados, 34,110 viviendas, 850 inmuebles religiosos y 1,289 instituciones educativas, ¿qué pasó?, se violentó la tierra, se movieron las estructuras, pero también removió conciencia y dentro de todo fue un gran impulsor de la organización civil y de los gobiernos, al final en dos años como récord mundial, todo quedó de pie, todo reconstruido, las capillas, los templos, las viviendas y la misma conciencia, un gran logro de identidad cultural, todos participaron y eso nos enorgullece.
Fotos: Sergio Vergara Berdejo
Se movió la tierra, se movió la conciencia, nos dimos cuenta de lo frágiles que somos, de lo frágiles que son las estructuras, los lugares que habitamos, son sucesos que pasan desde la historia de la humanidad, sucesos que se repiten pero nuestras memorias lo olvidan y después tenemos que volver a emerger, 1999 nos dejó un reto, conocer el porqué de un sismo, nos dejó una enseñanza, el estudio de su comportamiento y como tenemos que enfrentarlo, nos hizo plantear alternativas, nos dio la cultura del sismo, ahora existen las alarmas de prevención, que sí, son de un minuto, pero ello salva muchas vidas de nuestra sociedad, la prevención y la actuación en el momento de los sucesos ahora esta organizada, la sociedad y sus grupos ya saben como comportarse, ya saben cómo intervenir en el momento del desastre y luego, en la prevención para evitar mayores daños.
Conocimos la estructura, es más los mismos trabajos se volvieron turismo técnico y profesional para plantear nuevos métodos en las formas de estructuración, Puebla fue un ejemplo internacional, vinieron de todos lados a ver lo que aquí se planteó y, junto con los estados vecinos afectados como Tlaxcala, Oaxaca, Morelos y la Ciudad de México, dieron conocimiento y dejaron memorias para que las generaciones futuras conozcan y trabajen en la reposición de los daños bajo la forma de ser de los materiales, recuperar el patrimonio histórico y así crear la solidaridad en el entorno de un fenómeno natural.
Fotos: Sergio Vergara Berdejo
Pero recordemos que fue este efecto, todos o la mayoría en nuestro pensamiento repetíamos, ¡tembló!, ¡se movió!, ¡lo sentimos!, pero ese brinco final, lo que se llama científicamente entre lo oscilatorio y trepidatorio, no imaginábamos su consecuencia en la reacción, en la observación y el empezar a caminar por los alrededores, se nos movió la conciencia, ¿nos asustamos?, ¡Sí!, pero se tenia que determinar una acción inmediata, primero el dolor, el saber que había personas entre el escombro, después analizar que el patrimonio estaba destruido, pérdida de sociedad y pérdida de historicidad; la comunicación era lenta, pero la observancia era inmediata, los templos en algunas de sus estructuras habían caído, otras construcciones cortaban la circulación, la ciudad en el lugar que estábamos, estaba devastada, la experiencia era la organización social nata de donde salieron, empezaba a llegar como si todo estuviera de acuerdo en el centro de la ciudad, grupos de ingenieros, de arquitectos, de gobierno y de sociedad civil, era impresionante.
Fotos: Sergio Vergara Berdejo.
Los camioneros constructores que estaban en huelga por una obra de San Francisco inmediatamente acudieron y empezaron a recoger los escombros, piedra por piedra, elemento por elemento, como seleccionando lo que después serviría para la reconstrucción, los heridos ya habían sido transportados por la gente de protección civil y ambulancias de la Cruz Roja, la enseñanza y la cultura de la historia se resguardaba como un rompecabezas, era la historia de la ciudad de los años de su construcción e inmediatamente la antigua pista de aviación el hoy Parque Ecológico, se convertía en el mapa de la historia de la ciudad, era impresionante y así surge una organización, entre lo civil, la iglesia y el estado, y empieza la reconstrucción de la sociedad, llegan camiones de madera, de polines para empezar a detener los elementos caídos, Ángeles Espinosa Yglesias fue una de las grandes promotoras de este inicio, se tenían que consolidar las fracturas, el templo de San Agustín había perdido el 80% de su torre, la catedral se partía en tres en sus elementos estructurales, el templo de la compañía y nuestra universidad habían perdido cúpulas y así las historias, 64 templos dañados en la ciudad, el palacio municipal había perdido su salón de cabildos, Quecholac su templo del siglo XVIII, Tehuacán su catedral, Matamoros la cúpula de su parroquia, Cuautinchan su torre, Cholula las cúpulas de su capilla abierta y el templo de los remedios, Calpan y Huejotzingo en graves daños de sus capillas pozas del siglo XVI, San Francisco Totimehuacán se convertía en ruinas de su convento, en fin todo un desastre en el estado.
Tempo de la Compañía, Puebla, Puebla. Cholula, Puebla Izúcar de Matamoros, Puebla. Izúcar de Matamoros, Puebla.
Pero es importante recordarlo, en dos años la gran reconstrucción, un trabajo social único con la participación de los decanatos, fiscales y mayordomos, la autoridad federal el INAH marcó regiones y dio normativas, ningún espacio quedaba sin intervenirse, el estado organizo oficinas regionales y en dos años todo volvía a funcionar, pero en la mente existía y existe el temor de lo que pueda pasar, ya que en verdad cada edificio, cada monumento, cada subsuelo que soporta las estructuras antiguas, no lo conocíamos, no lo habíamos estudiado, ahora ya existen las nuevas metodologías, pero la fecha 1999 nos enseñó a los poblanos a enfrentar los desastres naturales y estos serán muchos en un recuerdo que después se repetirá.

Foto: Archivo INAH.
Sergio Arturo de la Luz Vergara Berdejo, cronista de la Ciudad de Puebla